Él nunca faltó a una cita. Alguna vez la militancia lo hizo llegar tarde... pero nunca se ausentó.
El domingo, al caer la noche, en medio de los festejos, nadie se percató de su presencia, todos lo sentimos pero sin poder verlo... tan sólo ella, su Cristina, compañera y esposa.
Los papelitos que volaban por el aire parecían ensayar extraños arabescos como queriendo formar una figura, un rostro...
Él no pudo hablar por los micrófonos pero le habló al oido a Cristina y le dijo: !Mirá... esto es aquello con lo que soñábamos cuando nos conocimos ¿Te acordás? Ellos no te van a abandonar. Van a estar a tu lado cuando los necesites, así que festejemos...
Ella no pudo evitar derramar una lágrima en ese instante, y entonces, uno de los muchos papelitos que volaban por el aire, rozó su mejilla y la secó.
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